la internacional socialista

lunes, 22 de noviembre de 2010

"Pre-supuesto: ética y corrupción"

Carta a mis compañeras/os.


Pasada la 1 de la madrugada del jueves 11 de noviembre y cuando “ya había caído en la cuenta que algo extraño había sucedido”, recurrí a mi celular para buscar el número desde el que me había hablado José María. El teléfono en el registro de llamadas recibidas marcaba las 0:57 y (sin número). En el mismo momento comenté lo sucedido con dos secretarios parlamentarios que me inspiran la mayor confianza.

– Si es (sin número) seguro que José María es un nombre de fantasía. Les dije.

– Llamalo a Pino y comentáselo. Para que este al tanto. Me sugirió uno de ellos.

Estábamos en la bandeja a la izquierda del presidente de la Cámara de Diputados, donde por momentos nos apretujamos y disputamos las pocas sillas secretarios parlamentarios y asesores de los bloques no oficialistas.

Pino esto que se está ventilando en la Cámara es cierto. Hace unos minutos me llamaron a mí como secretario parlamentario de parte de Julio De Vido para preguntarme ¿Qué estábamos pidiendo para apoyar la sanción o facilitar la aprobación del presupuesto? Lo puse al tanto. Pino tomó nota sin hacerme comentarios. La sesión tenía una temperatura mayor que la habitual.

El oficialismo se defendía descalificando a priori lo que algunos diputados dejaban entrever a modo de denuncia.

La diputada Carrió planteó una cuestión de privilegio y que la Comisión de Asuntos Constitucionales se reúna para observar el comportamiento de algunos diputados. Federico Pinedo, con tono compungido y avergonzado, sostuvo que no podía explicar la ausencia de alguno de los miembros de su bloque. La diputada Cinthia Hotton pidió una interrupción al diputado Morán y le dio mayor volumen a lo que allí se venía insinuando. Sin dar nombres, pero describiendo una situación creíble. Creíble por lo menos para mí que antes de las 0:57 de esa noche ya había recibido dos llamadas para tantear mi predisposición para conversar con alguien del Ministerio de Planificación de parte de Julio De Vido. Mis respuestas fueron “si” en ambos casos. En la 2ª me preguntaron si atendería a José María. Lo que escuchaba de parte de la diputada me resultaba totalmente verosímil. Además me pregunté ¿Cómo podía interpretar JM mi respuesta cuando le contesté que pedíamos lo que estaba planteando en ese momento el diputado Eduardo Macaluse. El 82% para los jubilados, el sinceramiento de la tasa de inflación y crecimiento y la consecuente mayor recaudación; la asignación de esos recursos a través de presupuesto?

Aclaro: nunca hablé de sobornos, coimas o presiones. Pero no me gustaría que esta aclaración aislada configure el perfil de una ingenuidad angelical de la que yo no formo parte. Sigo.

Durante estos días respondí a todas las requisitorias periodísticas. En algunos casos resultaba manifiesto el interés porque yo hiciera una denuncia rutilante. En todos los casos traté de hacer el relato más sobrio y objetivo.

Además actué en todo momento sintiendo que estaba cumpliendo con mi deber. Primero le avisé a Pino. Luego me quedé hasta el final de la sesión y le relaté todo lo sucedido a Alcira Argumedo. Mi presencia mediática se debió a que en un programa de TV –Código Político- durante la noche del mismo jueves 11; frente a la requisitoria periodística sobre la existencia o no de lo que se estaba denunciando, Pino dijo: “pregúntenle a Mario Mazzitelli, que es Secretario General del Partido Socialista Auténtico una de las fuerzas constitutivas de Proyecto Sur”.

Hasta ese momento el único que había dado un nombre había sido yo: José María. Ya comenzaba a mencionarse el apellido: Olazagasti. No lo había dado yo. No lo hice en ningún momento. Fueron los medios los que empezaron a lanzarlo. Claro está que, si con el transcurrir de los días este no lo desmintió es porque seguramente esa noche fue él el que me llamó.

¿Hice bien en hablar con los medios? Entiendo que cumplí con mi deber. Desde el 10 de diciembre de 2009 soy funcionario público. Status fuertemente desconocido para mí, porque prácticamente la totalidad de los 39 años sin interrupciones que llevo como militante los sostuve trabajando en la actividad privada. Pero recuerdo muy bien que cuando en el PSA se discutía un Código de Ética, el funcionario público promovido por el partido debía actuar con honestidad y transparencia, diciendo ante la opinión pública toda la verdad que fuere de su interés.

No hice la denuncia judicial porque entiendo que la conversación con JM no tiene ninguna connotación delictiva. En todo caso en la Cámara se habló de una cuestión de privilegio. Es decir cuando de una u otra manera se interfiere la actividad normal de un diputado intentando alterar, por medios inadecuados, la definición de su voto. Un medio adecuado y válido sería una convincente argumentación que predisponga a alguien a cambiar su voto.

Ahora, los datos que surgen de esta llamada ¿no pueden ser una pieza importante de un rompecabezas, que muchas veces cuesta armar porque cada quien guarda celosamente su pieza en cuestión para no involucrarse o verse sospechado, o peor aún, porque sintió la tentación de dar una respuesta in-de-vida?

Fue correcto que lo dijera a todos quienes lo quisieran escuchar. Era mi deber y así lo hice. Y lo haré ante la Justicia si esta requiere mi testimonio. Pertenezco al partido de Juan B. Justo y Alfredo Palacios, hacemos de la ética una cuestión central. Y de allí que no actúe como algunos integrantes de la corporación política. Me manejo con el más alto grado de libertad. Lógicamente con ciertas limitaciones. Circunscribo mis acciones al marco de los acuerdos políticos. Pero ni se me ocurre que pudiera trasponer el límite de lo éticamente sostenible. ¿Y que es lo éticamente sostenible? Aquello que se puede decir ante la opinión pública sin temor alguno. Este por lo menos es un buen dato.

Nadie puso en duda lo que informe. Ni “JM”, ni el oficialismo, ni alguien de la oposición. No exageré mi relato, al punto que no hice hincapié en una re-pregunta de JM porque daba lugar a que se entendiera como un soborno, cuando yo en la conversación no lo entendí de esa manera. Dije mi verdad de la forma más objetiva posible. Y si esto resulta de bajo impacto para algunos, nadie me quitará el derecho a realizar algunas preguntas. -¿Por qué alguien me llamaría a la 1 de la mañana en el marco del tratamiento del presupuesto nacional?; -¿Por qué lo haría una persona a la que no conozco?; -¿Por qué me pregunta “que estábamos pidiendo”, cuando era público y notorio nuestro reclamo a partir de las voces de Pino Solanas y Claudio Lozano?; -¿Qué podría esperar como respuesta diferente el gobierno de una conversación con Mario Mazzitelli?; -si realmente querían negociar y Proyecto Sur dio muestras de interés en ese sentido para dar aprobación en la próxima semana al presupuesto ¿Por qué rechazar la propuesta de cuarto intermedio planteada desde nuestro bloque?.-

No hay que ser demasiado listo para entender que de los tres escenarios posibles dos le resultaban beneficiosos al PEN. Que se aprobara aunque fuera con forceps. De esta manera mostraban un éxito y una derrota política de la oposición. Con el rechazo del dictamen del oficialismo, cargaban todas las culpas sobre los “otros” y manejaban recursos fiscales de muchas decenas de miles de millones de pesos sin control parlamentario. El escenario “no querido” era la aprobación con modificaciones a su dictamen. Por eso querían votar a toda costa en esa sesión. Y por eso no quieren la sesión ordinaria del próximo miércoles, ni agotan los tiempos prorrogando las sesiones al mes de diciembre.

Pasadas las 3 de la mañana de aquel jueves, alguien me comentó que lo ocurrido era algo común. Que en la lógica, al interior del parlamento, resulta una práctica común que se cambie el voto por una obra necesaria para la comunidad. Y que eso no estaba mal. Al margen que a mí “si” me parece mal, la pregunta es ¿Qué obra le podrían ofrecer a Proyecto Sur cuando no gobierna ninguna provincia o municipio?

Los canjes en la política argentina parecen ser moneda corriente. El problema no reside en la negociaciones, que son parte esencial de la política, sino cuando empiezan a atravesar la frontera de lo público para entrar en el terreno de lo privado. Privado en un doble sentido: porque no se le puede comunicar a la población y porque los dineros públicos comienzan a engordar los bolsillos privados. De esta manera se le “priva” a la sociedad de una buena política. Y la sociedad se toma su revancha metiéndonos a todos en el mismo lodo, perdiendo credibilidad en las instituciones y poniendo en el baúl de la retórica vacía el concepto de calidad institucional.

Nuestro Movimiento Proyecto Sur deberá reflexionar profundamente sobre el principio de la “ética pública” sostenido en los dichos y en los hechos por nuestro referente Pino Solanas.

Resultan muy limitados los conceptos que “para enjuiciar tiene que haber denuncias precisas y concretas”, que “tiene que haber pruebas”, que “no las hay” y que “el escándalo tapa el debate político”.

En 1º lugar porque en un escenario ensombrecido por las sospechas, yo aporté datos precisos y concretos. Aportando nuestro pequeño haz de luz a ese ambiente enturbiado. En 2º lugar hay testigos. Generalmente son los abogados defensores los que recomiendan en la defensa de un cliente el aporte de pruebas y la descalificación de las mismas. El juez evalúa. No deberíamos ser nosotros los que oficiáramos de abogados defensores. Además quienes venimos involucrados en la lucha en defensa de los derechos humanos en la Argentina debemos ser muy cuidadosos a la hora de esgrimir la presencia inmediata de pruebas para avanzar en una investigación. Creo que para la ocasión, de a poco podemos ir conociendo métodos y procedimientos que explican porque tantas veces en nuestro Congreso se votaron proyectos en detrimento del interés nacional y popular. Y finalmente porque si es cierto que el “escándalo tapa la política”, resulta aún más cierto que “la corrupción aniquila la política”. En nuestro concepto ético los medios también son fines, de manera que la forma en que se aprueba una ley resulta tan importante como la letra misma de la ley.

Muy lejos estoy de dramatizar algo. Aquí no murió nadie y al día de hoy todavía tenemos tiempo para aprobar un buen presupuesto para los argentinos. Pero el gobierno sabe que metió la pata. Intenta licuar lo sucedido de tres maneras. Por un lado trata de naturalizarlo, por otro busca desacreditar a los demás calificándolos de irresponsables y finalmente quiere poner en duda lo que realmente sucedió.

¿Cuán grave es todo esto? Resulta materia opinable. Lo que no es opinable es que sucedió. Y que fuimos los primeros en dar un nombre sin subirnos a la jugada de nadie. A partir del pasado miércoles 17 de noviembre otro escándalo, de sugestivo atractivo televisivo tapará al anterior. El cachetazo de Graciela Camaño a Carlos Kunkel.

Dejemos los escándalos de lado y vayamos al fondo de la cuestión: el presupuesto nacional.

El oficialismo dice que el presupuesto es de Cristina y que la dejemos gobernar con su plan político. Respondo: esto resulta una afirmación muy derechista. El presupuesto no está privatizado, no es de Cristina, es del pueblo argentino.

La facultad que tiene el Poder Ejecutivo de elaborar el proyecto de presupuesto no lo ubica en el olimpo de lo intocable. Muy por el contrario, con tanto elemento neoliberal en el Ministerio de Economía, resulta un deber institucional, político e ideológico revisarlo y plantear las correcciones que creamos conveniente, como condición inexcusable para que lo apoyemos. Siendo que se habilita, por caso, pago deuda externa cuestionada judicialmente corresponde que nuestro bloque ponga su atención en la materia y lo cuestione con total energía. Sobre todo cuando el oficialismo se negó a dar curso a las principales iniciativas de Proyecto Sur. Por ejemplo la Comisión Bicameral para la auditoria de la deuda. Sobre este tema el FPV mostró una firme voluntad de mantener la impunidad de los acreedores. Saber como se contrajo la deuda, como se hicieron los canjes, el papel de los bancos, quienes son los tenedores de los títulos, todo cuestionado en sede judicial, resulta materia de poco interés para el oficialismo.

Por eso nosotros defendemos el presupuesto participativo. Donde los recursos son asignados con el más alto grado de participación posible. Y si aceptamos que todavía no existen los mecanismos institucionales para ponerlo en práctica en el orden nacional, no aceptamos la prepotencia aristocrática del Ejecutivo. Si equivocadamente nuestra Constitución indica que “el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes…”, exigimos por lo menos que allí donde se reúne el mayor número de sus representantes y en ejercicio de las atribuciones que le asigna el artículo 75 de la CN, los diputados y senadores tengan la más amplia participación a la hora de revisar y corregir el presupuesto nacional.

El oficialismo ya no tiene mayoría parlamentaria. Por falta de costumbre o voluntad democrática, no quiere poner en consideración de los opositores lo que considera una atribución exclusiva. Impotente para imponer su voluntad buscó métodos improcedentes. Y le salió mal. Ahora busca una épica ridícula: matar o morir. Paparruchadas. Lo que un sector importante de la población exige es sencillo: que se logre el mejor presupuesto y que se lo haga a través de métodos transparentes. Si todos lo sabemos entender habremos contribuido a mejorar las cosas.

Alguien dijo que: “Muy a menudo, casi siempre, callar es también mentir”. Muchos se llevarán con su silencio la posibilidad de dilucidar plenamente lo ocurrido. Pero en política el vacío no existe. La intuición popular hará su propio Pre-supuesto: son todos iguales. “Dale nomás, dale que va, que allá en el horno nos vamo a encontrar”.
                                                                     Mario Mazzitelli.
                                                             18 de noviembre de 2010.-


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